lunes, 12 de septiembre de 2011

Lo que más echo de menos de ella es aquella sensación al acostarme y al levantarme por las mañanas. La sensación de que todo iba bien. Ya sabes, esa sensación increíble de plenitud, de tener cuanto quieres, de que no te falta nada. Aveces, cuando me despierto, la siento durante un instante. Dura pocos segundos, porque entonces recuerdo lo que ocurrió y que nada volverá a ser lo mismo.

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